"Jugar CON otros NO CONTRA otros"


Bajo este nombre se encuentra un proyecto que hice para la asignatura de Juegos, Juguetes y Ludotecas, para trabajar la cooperación para la Paz a través del juego.



Con este título, trabajo el juego cooperativo, que por su estructura (interacción, cooperación, aceptación, respeto y tolerancia) contribuye de manera positiva a la consecución de un ambiente mejor para los alumnos. 

Los juegos cooperativos son un medio que, aplicado con rigurosidad y constancia, permiten y facilitan procesos de autoconocimiento, interacción, socialización, e inclusión, sobre todo en el colegio. Los maestros en general, deberían educar e inculcar este tipo de juego en las labores escolares y asegurar en sus alumnos un futuro lleno de goce, respeto y colaboración consigo mismos y con los demás.

El juego y la cooperación para la Paz será el punto de partida para el inicio de la semana. La cooperación entre los miembros de cada grupo dará lugar a que los alumnos/as interactúen a través del juego, esto les ayudará a conocerse, potenciar por nuestra parte la cooperación y trabajar aquellos valores de carácter no competitivos.
“Las ideas de paz y cooperación deben estar presentes en todas las disciplinas escolares, en libros de texto, en los sistemas organizativos de las escuelas, en las actividades de tiempo libre”.

Los juegos llamados cooperativos están pensados para colaborar con el adversario y por tanto, uno gana si todos ganan o pierden juntos si el equipo está mal organizado. El principio de los juegos cooperativos de mesa descansa en la persecución de un objetivo de grupo, el cual se puede realizar sólo por la ayuda mutua y la solidaridad entre los jugadores. Los juegos cooperativos se iniciaron en algunos países como Canadá, Alemania y Francia. Actualmente, existen algunas propuestas de juegos de mesa para desarrollar actitudes y valores relacionados con la educación para la Paz, como son la ayuda, la cooperación, la autoestima y la confianza, entre otros. Los juegos cooperativos son una sana forma para que los niños y niñas de corta edad aprendan una alternativa a la resolución violenta de los conflictos.

En estos tiempos de guerras y conflictos violentos por todo el planeta, proponer los caminos hacia la Paz y la no violencia y hacerlo además jugando, puede ser una de las grandes aportaciones culturales, que además de divertidas, los mayores podemos ofrecer a nuestros pequeños alumnos ciudadanos. El juego es fundamental para el desarrollo humano y esta considerado uno de los Derechos del Niño, por lo que se recomienda que las actividades lúdicas tengan que ser orientadas hacia finalidades educativas, y que la sociedad y los poderes públicos se han de esforzar por favorecer este derecho.

Lamentablemente, los juegos trasmiten en la mayor parte de las propuestas, los valores actuales que se centran en el individualismo, la pasividad, las fantasías violentas, la competitividad, la violencia... Estamos pues frente a un universo lúdico que no fomenta precisamente los necesarios valores educativos para convivir en un mundo global. Con ellos es posible cooperar jugando, crecer colaborando, vivir compartiendo.

Pedagógicamente el juego cooperativo con los elementos que lo componen, explica el compartir entre individuos con fines recreativos en donde se fomenta la participación, la cooperación, lo que en términos generales conducen a los niños a adoptar conductas prosociales.

Desde la antigüedad el juego ha sido mirado como una herramienta llena de incertidumbre que permite placer; a todo niño le gusta jugar, es incansable a tal actividad desde que se levanta hasta la hora de acostarse, para ellos el juego es expresión, mundo aparte, acto social, donde es obligación la acción libre. Los antiguos definieron el juego como las acciones propias de los niños, la broma, la risa, la alegría y el jolgorio. Para los Hebreos y para los Romanos era alegría y jolgorio.

La agresión en el escolar llega influenciada por las condiciones externas a la institución, aunque, en el interior de la escuela también se adoptan actitudes negativas que contribuyen en la creación de ambientes que generan dichas conductas.
Los juegos presentan casi siempre elementos de conflicto entre las aspiraciones de los jugadores, pero cuando las reglas del juego lo permitan los jugadores pueden tratar de solventar, mediante la cooperación, las dificultades derivadas de la competencia existente entre ellos.

La importancia del juego cooperativo:

Jugar cooperativamente permite superar miedos, gestionar conflictos y comprenderse a uno mismo y a los demás. Los niños educados en la cooperación, la aceptación y el éxito compartido tienen muchas posibilidades de desarrollar una personalidad saludable. Sin embargo, hoy la tendencia del juego no es precisamente el tablero para jugar en familia como hace unos años. Hoy, las videoconsolas inundan los espacios de tiempo de los pequeños y los jóvenes.
De ahí la importancia de impulsar juegos para estas plataformas que centren valores cooperativos, de no violencia, ecología y respeto por la diversidad humana.
En cualquier caso es importante que tanto educadores como familiares potencien este tipo de juegos digitales pero con valores no violentos y cooperativos o de respeto del entorno. En esto, cada uno de nosotros decide. Pero más importante que los juegos digitales, es que promuevan entre los más pequeños el jugar entre ellos, porque no es lo mismo interactuar con una máquina que con otra persona.

Los juegos cooperativos pueden ayudar a los niños a:

-     Tener más confianza en sus capacidades.
-     Tener más confianza en los demás.
-     Desarrollar sentimiento, expresarlos, aceptarlos, transformarlos y a aceptar los demás.
-     Vivir a los demás como seres complementarios.
-     Permite espacio a los débiles y sentirse valorados como los demás.
-     Sentirse responsable de sí mismo y de los demás.
-     Superar miedos.
-     Comunicarse positivamente con los demás.
-     Gestionar los conflictos.
-     Comprenderse a sí mismo y a los demás.

La educación para la paz es un proceso continuo y orientado a la acción que tiene que tener su reflejo en el entorno de incidencia, en nuestro caso la escuela en la que convivimos.

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